El 15 y 16 de noviembre pasados se celebró en Graus las 3ª jornadas de BIoconstrución organizadas por el Ayuntamiento y a las que tuve el gusto de acudir como invitado.
Esta valiosa iniciativa reivindica las casas vivas junto a un mundo natural y rural vivo.
1. De la construcción destructiva a la bioconstrucción conectada con la naturaleza.
Las formas y técnicas constructivas convencionales ignoran los graves impactos que generan sobre nuestra salud, sobre el mundo vivo, y sobre nuestro bienestar psicológico y social. La bioconstrucción es una respuesta responsable con las necesidades de un planeta en grave peligro y, a la vez, es un intento de crear un entorno humano propicio para una vida feliz, larga y sana con un sentido de conexión con la naturaleza. Queremos casas que respiren y que se relacionen con respeto con su entorno natural.
2. Del hormigón armado a los materiales sencillos y hermosos que nos rodean.
Los materiales de bioconstrucción como son el barro, la cal, la madera, el corcho, el cañamo y la paja, entre otros, suelen proceder de la producción local y del territorio cercano, y son de sencilla tecnología o poco transformados. Estos biomateriales, al contrario de los materiales convencionales usados en la construcción, no implican la utilización de sustancias químicas peligrosas, ni la extracción de recursos naturales escasos. No producen emisiones o vertidos tóxicos que dañan el medio ambiente, ni exigen un transporte de larga distancia desde el lugar de producción. Todo el ciclo de vida de cada material empleado en la bioconstrucción causa muchos menos trastornos a los ecosistemas que sustentan nuestras sociedades. Además, la producción de estos biomateriales puede suponer una interesante rentabilidad para las débiles economías rurales, y frente a la importación de productos ecológicos, sus costes económicos y ecológicos podrían ser mucho más bajos y competitivos si se potenciara su producción local.
3. De los obstáculos oficiales a las casas sanas al fomento de la bioconstrucción.
Lejos de impulsar la arquitectura ecológica las administraciones públicas suelen poner numerosas trabas a su desarrollo. Las normativas municipales, autonómicas o estatales están hechas para los materiales y los edificios funcionales y convencionales, y con ello se obstaculiza la construcción de edificios ecológicos al no tener en cuenta las singularidades y la identidad propia de los materiales y diseños ecológicos. Hace falta introducir en las leyes unas normas específicas para los edificios bioconstruidos y sus materiales. Por parte de la administración pública se podría comenzar con una ambiciosa tarea de sensibilización y difusión sobre las buenas prácticas de la bioconstrucción, y con el compromiso de construir una parte importante de los edificios públicos con los criterios bioconstructivos. La contratación publica para obras de nueva planta y para la rehabilitación de edificios debería reservar un alto porcentaje de sus licitaciones para casas bioconstruidas. La reforma de las actuales normas técnicas de edificación y de eficiencia energética tienen que incorporar las normas de materiales y diseños de la bioconstrucción.
4. De la ignorancia a la formación profesional en la bioconstrucción.
Una de las grandes barreras a superar en relación a los modos de trabajar con materiales y diseños ecológicos es la actual ignorancia y falta de experiencia de los albañiles y de otros profesionales de la construcción. Es necesaria una cualificación profesional especíalizada mediante la puesta en marcha de escuelas talleres en obras públicas y mediante la realización de cursos formativos sobre todo el ciclo constructivo: desde las fuentes de energía, agua y materiales naturales, al proveedor de los productos, los obreros, los deliniantes y l@s arquitect@s, los residuos y huellas ecológicas generadas. Un especial énfasis debe ser puesto en recuperar los saberes tradicionales perdidos mediante la implicación de personas mayores, estudios etnográficos, y la antropología de la arquitectura popular.
5. El cambio climático empieza en casa.
Aunque estamos acostumbrados a oír las optimistas panaceas tecnológicas aplicadas al grave problema de destrucción del clima terrestre planetario, lo cierto es que sabemos que los diseños de sencilla y apropiada tecnología pueden se mucho más eficaces en ahorro, eficiencia y salud en sus intercambios con el sol, el viento, el suelo y la vegetación. Cuando hablamos de energía hay que considerar todo el ciclo de vida de los materiales de construcción y la acumulación de energía en cada elemento constructivo empleado. La energía solar debe ser una fuente calorífica central de los edificios, y ha de empezar por los tejados mediante una sabia integración arquitectónica. El diseño y la forma de construir pueden evitar una parte importante del consumo en calefacción y en aire acondicionado mecánico. Los techos con vegetales y una plantación correcta de vegetación y árboles, también favorecen el ahorro energético.
6. Pasar de la queja a la acción.
Existe la necesidad urgente de politizar y organizar luchas sociales a favor de unas casas vivas y en paz con el planeta. Es posible una fuerte alianza entre arquitectos, empresas y ciudadanía para poner la bioconstrucción en el centro de los debates. La tarea de hacer un mundo mejor que comienza por nuestras propias casas.
Fuente: David Hammerstein, eurodiputado de Los Verdes.
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